Dentro de los trabajos de exploración que la asociación Extopocien está realizando en el Complejo de la Cueva de los Chorros, el 12 de octubre de 2019 acudimos a Riopar un colectivo de nueve espeleólogos, organizados por la AEV (Asociación Espeleológica Velezana, que aportó la mayoría de los componentes del grupo) para una actividad múltiple con tres objetivos simultáneos: continuar con las labores de topografía en la zona de Río Blanco, el buceo para sondear las posibilidades del sifón RB2, y realizar muestreos para estudios de microinvertebrados.

A las 10:12 nos empezamos a introducir por la boca de Espeleuka (CM-002) y progresamos durante 3 h 30’ hasta la zona de objetivos, donde hicimos un descanso para comer y reponer fuerzas, tras el cual el grupo se divide en dos equipos de trabajo: Antonio, Sanda y Rafa Jiménez, se dedicarán a la topo y muestreos de microinvertebrados.

El otro equipo de seis (Rafa, Pedro, Jesús, Avi, Javi y Tomás) continuarán aún durante media hora más, porteando equipo de buceo hasta alcanzar el sifón RB2. Esto ha supuesto un porteo subterráneo de aproximación de 4 horas; a lo que habrá que sumar, además, el tiempo dedicado a comer, con lo que se acerca a un total de 4 h 30’.

El acceso al agua en el sifón RB2 requería un corto rapel, por lo que se instalaron dos parabolts para asegurar la maniobra.

A continuación, transcribimos la crónica de la inmersión por el espeleobuceador Rafa Jurado:

Para esta inmersión, dado su carácter de sondeo, decidí utilizar dos botellas de 5 litros y traje húmedo. Como se comprobó a posteriori, ambas elecciones fueron las acertadas. La totalidad de la inmersión y progresión post sifón fueron grabadas en continuo mediante una cámara en el casco.

Tras el anclaje de cabecera del hilo guía, me sumerjo encontrando un sifón de generosas proporciones. Voy fraccionando la guía en tramos largos para favorecer el avance rápido, pero enseguida encuentro una enorme galería a mi izquierda (rumbo 300º) la cual, ganando profundidad, parece dirigirse directa hacia el sifón RB3. Estoy solo a cuatro metros de profundidad y, según instrucciones recibidas de Antonio, responsable de la topografía de la zona, debo buscar para seguir lo más parecido a un rumbo 90º, así que prosigo de frente.

Navego entre 4 y 5 metros de profundidad, si bien el suelo de este tramo del sifón supera los 6 metros en su parte más profunda, encontrando en él algunos bancos de grava fina limpia libre de limo. Apenas llevo una treintena de metros cuando veo el espejo de superficie. Aún sospechando que no es previsible la existencia de problemas en el ambiente de la burbuja, sigo el protocolo de salida a burbuja en espeleobuceo de exploración, respirando varias veces por la nariz sin quitarme el regulador de la boca. Aquí nunca estuvo nadie, buceo en solitario y las precauciones deben ser las máximas.

Me bajo la capucha para poder escuchar bien el entorno y descubro el ruido de una cascada. Mejor noticia, imposible. La salida del agua a zona seca es, afortunadamente, bastante asequible; pero antes de salir me llama la atención una poderosa fractura que domina toda la geometría de la sala y hace igualmente que la lámina superficial de agua adopte una forma alargada, a favor de esa fractura. Compruebo que la misma se continúa por debajo del agua, en una superficie bastante plana, que me recuerda a un espejo de falla.

Por fin me despojo de botellas y lastre, empezando la progresión y ganando altura rápidamente hasta descubrir la cascada, que se precipita en un pozo de unos cuatro metros de profundidad por donde se pierde el agua alimentando el sifón que acabo de bucear. Sorteo en oposición dicho pozo en un paso algo expuesto, me sitúo sobre el curso de agua y sigo ganando altura hasta que me topo con un dique de roca por el que rebosa el agua que corre río abajo. He recorrido a pie unos 40 metros y he subido unos 8 metros de desnivel. Me asomo al dique que hace de presa y descubro un lago alargado de unos 4 metros de longitud pero muy profundo y con aguas cristalinas de un intenso color esmeralda.

No tengo lastre para poder sumergirme y grabarlo, así que me quito el casco con la cámara y lo sumerjo para sacar unas tomas. Puedo comprobar, no obstante, que estoy ante un imponente sifón de muy grandes proporciones y absolutamente cristalino.

El rebosadero de este sifón se haya unos 8 metros más alto que el nivel del agua del sifón que he buceado. Esto está indicando que no hay conexión tipo vasos comunicantes entre ellos: se trata pues de dos masas de agua independientes, lo cual lo hace aún más interesante.

De repente reparo en la fractura que domina toda la sala donde emergí, y las piezas empiezan a encajarme: esa falla crea un escalón que separa ambas masas de agua dejando al sifón esmeralda bastante más alto.

Por encima del lago esmeralda se observan dos galerías en sentidos opuestos, no muy espaciosas pero progresables. Una de ellas, adornada por una colada, parece dirigirse por encima del sifón, eso sí, con todas las papeletas para destrozar el traje de buceo, por lo que opté por no introducirme en ella (por esta vez).

De vuelta río abajo compruebo que el suelo es limpio y purísimo, ni resto de barro; con formaciones tipo coraloides y huellas orientadas a favor de corriente incluso pasado el pozo, lo que indica que, en crecidas, el pozo de 4 metros se llena hasta arriba al no poder desaguar todo el volumen de agua y esta circula por el camino que ando. Ahora ya no cabe la menor duda: el sifón del lago esmeralda, además de precioso, es muy potente cuando carga.

Regreso a mi equipamiento y emprendo el buceo de vuelta. Aprovecho, ahora con más detenimiento, para escudriñar mejor el gran tubo sumergido inexplorado que, ahora a mi derecha, se dirige hacia RB3. Ahora que comprendo como funciona el sifón, puedo asegurar que ese tubo es la verdadera continuación aguas abajo del sifón que estoy buceando: recibe agua por la cascada y se va por este túnel sumergido hacia RB3. Así pues, el punto donde están mis compañeros no es más que un ramal muerto del sifón que estoy buceando, que solo actúa de rebosadero en caso de grandes crecidas, desaguando entonces por la Galería de la Patata y la otra galería aérea que se dirige a RB3.

Finalmente, tras casi una hora de exploración, emerjo en RB2 junto a mis compañeros. Ya había vuelto el equipo de topo y muestreo, y esperaban todos expectantes. Me lanzan las emocionadas preguntas claves, y entonces la satisfacción de todo el grupo se desata con euforia. El mérito y el éxito es de todos, y así lo celebramos.

Pero aún queda volver al exterior, y es cuesta arriba…

Los últimos en salir, por fin, alcanzamos hambrientos los prados de la Cañada de los Mojones a las doce y pico de la noche.

AVANCES EN LA TOPOGRAFÍA Y MUESTREOS DE MICROINVERTEBRADOS

En las jornadas anteriores teníamos dos puntas de topografía diferentes, por una parte, en la salida de diciembre de 2017 se topografíaron los sifones de la cabecera del Río Blanco, finalizando en el RB1; sin embargo, en la jornada de junio de 2018 se decidió avanzar por la galería Spiteri directamente hacia el cauce del río Blanco, quedando la punta de topografía en la Sala del Balcón. En esta jornada, puesto que se porteó material para bucear el sifón RB2, la cercanía a la primera zona aconsejaba iniciar la topo desde el sifón RB1. Se avanzó por el cauce activo del río hasta enlazar con la siguiente punta en la Sala del Balcón, con lo que se ha podido chequear la bondad de la poligonal realizada hasta ahora. Esto permitió descubrir  y corregir un error en una de las tomas realizadas antes de la utilización del software topodroid, cuando los datos se anotaban con libreta. Desde la Sala del Balcón se continuó por el cauce activo del río hasta alcanzar el inicio de la Sala de los Golpes, donde se decidió finalizar los trabajos y volver al sifón RB2 para ayudar a los compañeros en el porteo de salida. El desarrollo topografiado durante la jornada fue de 191 m. Una vez corregido el error detectado, el total de metros topografiados desde la base de pozo Speos es actualmente de 1487 m. Adjuntamos el mapa realizado hasta ahora al final de este documento, en el que se incluye, atenuado, un boceto de las nuevas galerías descubiertas tras el sifón RB2. Dicho boceto ha sido dibujado de memoria por Rafa Jurado, por lo que seguro que cambiará una vez que pueda topografiarse adecuadamente.

Por otra parte, en los trabajos de topografía nos ayudó la espeleobióloga adscrita a la Universidad de Valencia Sanda Iepure, que aprovechó para realizar muestreos en diversas zonas de la cueva.

En la GALERÍA DE FOTOS, se pueden ver fotos de la actividad y el plano de lo descrito en esta crónica.